Había mañanas en que me levantaba caprichosa y me molestaba muchísimo que el café con leche estara tan caliente. Lo revolvía con cierto enojo y no emitía ni una palabra. Ella enseguida se daba cuenta de mi mal humor y solucionaba el problema: "¿esta caliente el café? espera ya te lo enfrío rapidito". Buscaba otra taza y pasaba una y otra vez el contenido desde la primera a la segunda y viceversa. El café quedaba tibio. Mi mal humor más o menos. Sabia que después de eso me esperaban ejercicios de matemática y una copia de diez renglones. O quizás de quince.



Mi abuela tiene soluciones así de simples a todos mis problemas. Todavía, diez años después, sigo enojandome cuando mi café esta muy caliente. Pero no puedo explicarles lo feliz que me hace el saber que mi abuela me lo puede entibiar. Al igual que a cada situación de vida medio complicada. Y digo "medio" porque la tengo a ella, que sabe pasar de un lugar a otro el contenido del conflicto, desde que tengo memoria y hasta hoy en día. Tal y como lo hace con el café.
¿Y qué más puedo decirles? la vida para mi es ésto.

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