Para reflexionar.. y para vos, mi amor.

Paula buscó entre los papeles, sobre la mesa, y me mostró un recorte de diario:
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"La E.N.E (Escuela de Niños especiales) organizará el primer fin de semana de primavera una jornada de Olimpíadas para los alumnos de la escuela y de otras con alumnado similar."
Esta era la noticia, tal como llegó a la redacción. Lo que sigue es la crónica de lo sucedido:
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Todos los inscriptos tenían en común tener síndrome de Down. Cada alumno participaba por lo menos en alguna disciplina y varios de ellos en más de una.
En fin de la tarde estaba programado en la pista central de la escuela, donde se correría delante de padres e invitados, la carrera de los cien metros llanos.
La carrera tenía diez corredores de entre 8 y 12 años de edad. El profesor de Educación Física los había reunido unos minutos antes y con buen criterio educativo les había dicho:
- Jóvenes, a pesar de ser una carrera, lo importante es que cada uno de ustedes dé lo mejor de si. No es importante quién gane finalmente la carrera, lo que verdaderamente importa es que todos lleguen a la meta, ¿comprendieron?.
- Si, señor - contestaron los niños y las niñas a coro.
Con gran entusiasmo y ante el griterío de los familiares, compañeros y maestros, los corredores se alinearon en la partida. Y tras el clásico "¿Preparados? ¿Listo?", el profesor de gimnasia disparó una bala de fogueo al cielo.
Los diez empezaron a correr y desde los primeros metros dos de ellos se separaron del resto liderando la búsqueda de la meta. De repente, la niña que corría en penúltimo lugar tropezó y cayó.
El raspón en las rodillas fue menor que el susto, pero la niña lloraba por ambas cosas. El jovencito del último lugar se detuvo a auxiliarla, se arrodilló a su lado y le besó las rodillas lastimadas. El público se puso en pie, tranquilizándose al ver que nada grave había pasado. Sin embargo, los otros niños, todos ellos, giraron y al ver a sus compañeros volvieron sus pasos atrás. Al juntarse consolaron a la jovencita que cambió su llanto en una risa cuando tomaron una decisión: el maestro las había dicho que lo importante no era quién llegara primero, así que entre todos alzaron en el aire a la compañera que había caído y la cargaron rompiendo la cinta de llegada todos a la vez.
Como queda claro resta mucho para aprender.
La buena noticia es que todavía tenemos quién nos enseñe.

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Y yo no quiero competir con vos a ver quien llega antes. Yo quiero que crucemos la meta los dos juntos.. :)
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Jorge Bucay - "Cuenta conmigo"
(se los recomiendo)

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