Existimos porque alguien piensa en nosotros, y no al revés.

Cuando alguien necesita iluminar una casa puede lograrlo abriendo persianas, puertas, ventanas; prendiendo velas, utilizando focos o lámparas y de otras diversas maneras para conseguir un mismo fin: la luz, en cualquiera de sus variantes.
En otros casos es tan complicado fijarnos en otros medios mas que los que nosotros creemos únicos para llegar a nuestros objetivos.
Necesitamos iluminar una parte de nosotros que está apagada que solo consigue recobrar su brillo con el cariño de una persona. No sirve que alguien que no sea quién nosotros buscamos nos dé su amor y contención, porque somos tan tercos y (en muchos casos) masoquistas, que queremos solamente el bienestar que puede llegar desde una persona, desde esa persona y no otra.
Entonces cuando estamos frente a una situación en la que nos encontramos solos y nos damos cuenta que el objeto (y hasta suele llamarse individuo) que usábamos para sentirnos bien no está, ahí caemos frente a la realidad de que podemos soportar.
Que no se trataba de necesitar el amor de una persona en particular, que se trataba de la necesidad de sentirnos queridos y nada más. Que hubiera sido mejor que esa persona a la que preferíamos haya sido la encargada de darnos todo su cariño y contención, pero que en su defecto no dejamos de ver la vida correr y nos dimos cuenta que a pesar de que estábamos mal, todo alrededor seguía en pie.
Es perjudicial cerrarnos en la idea de que todo depende de alguien y que si esa persona no está para darnos lo que necesitamos, nuestra vida queda colgada en la nada. Es traumante para el otro pensar que tu vida depende de él; hay que lograr entender que lo que buscamos, más alla de los medios que utilicemos, es lo que debemos alcanzar al fin y al cabo.
La necesidad de sentirnos amados y no de quién (nosotros buscamos) que pueda amarnos.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta entrada fue como un cable a tierra para mi, realmente.
Tu blog esta cada vez mas lindo che!
Besitos.