Lo que me preocupaba de chiquita era dormirme por la mañana y no alcanzar a ver el dibujito que amaba. Después mi mayor miedo se convirtió en la posibilidad de no aprobar el examen de ingreso al colegio secundario o el no encajar en un grupo determinado. Y hoy mi miedo es no llegar con una materia de la facultad.
Antes amar a alguien era sinónimo de vergüenza, de esconderse, de cargadas. Después pasó a ser el volar pensando en un posible beso, en una palabra. Hoy comienzo a ver de otra manera todo, y amar comienza a significar la entrega verdadera y absoluta. Sin esperar recompensas.
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