En el molde

Son esas veces en las que queres hacer cosas que no haces, en las que buscas sacar dentro tuyo las palabras necesarias para explicar lo que nunca hablas. Y no podes, retrocedes.

No sabes porque, pero por esa razón desconocida te congelas y no accionas. Decidís quedarte en ese lugar.

Lo miras desde lejos y decidís dejar el orgullo a parte, pero no conseguís abrazarlo, nisiquiera tocarlo, para romper el hielo y comenzar de nuevo.

Ves a un amigo bajoneado, sentís ganas de acompañarlo, de saber qué le pasa, de estar a su lado, pero tu mirada lo evita y nada cambia, seguís apartado.

Te chocas por calle a un mendigo y al mirar sus ojos tristes y observar su cuerpo pobre de aliento, sentís ganas de preguntarle, de ser una de esas pocas personas quién le hable, para saber en qué podrías ayudarle, para que se sienta un poco mejor. Pero no lo haces, quizás por el rechazo que crea la sociedad, tal vez por miedo o inseguridad, pero seguís en tu posición inicial.

Miles de veces en las que buscas comenzar algo nuevo, emprender proyectos, cambiar de aire, conocer otros lugares. Y no lo haces, no te animas, se trata de esa maldita fuerza que te tira para atrás.

Te quedas en el molde, sin poder avanzar. Y vas tomando esa forma, y de a poco olvidas lo que buscabas lograr, donde querías llegar.


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