No se muy bien lo que quiero, no entiendo qué me pasa pero sé que todo ocurre dentro mío. Por esa única razón no culpo a nadie por mi confusión. Son cosas que tengo que arreglarlas por mi misma.
Ahí está la diferencia. Muchas veces me echaste la culpa a mi por lo que te pasaba a vos, quizás yo formaba parte de tu indecisión pero al fin y al cabo la responsabilidad de arreglar tus inquietudes es tuya y de nadie más. No podes culparme a mi por tus problemas, me bastan los propios y no necesito de otros.
Creo que una de las cosas que estoy dándome cuenta ahora es que en una relación cada uno tiene que asumir la parte que le toca y no pretender que el otro haga lo que te corresponde a vos. De esta manera vamos a conseguir aguantar lo que se venga juntos, con la ayuda del otro, con participación y esfuerzo de los dos.
No se puede esperar que el otro siempre haga todo y (como si fuera poco) que tenga que estar haciéndose cargo de tus problemas también. Ya es tiempo de que cada uno resuelva sus inquietudes por sí mismo y así, darle su espacio al otro para que se encargue de sus incomodidades. Si no se consigue solucionar los problemas juntos porque se mezclan y se agrandan, hay que probar con tratar cada uno por su lado, separados.
Una vez que estamos listos, podemos volver a encontrarnos, con los temas ya tratados, a fin de no seguir complicándonos. Acá decidimos si queremos seguir compartiendo el camino juntos, a pesar de todo lo pasado, y asumimos la madurez de decir que NO, si nos damos cuenta que seguir separados (cada uno por su lado), es lo mejor.


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