¿Tanto nos cuesta comunicarnos con quién necesitamos, que debemos estar divulgando nuestras inquietudes por otros lados?. No creo que sea la solución contarle a Fulano que me molestó la manera en la que Mengano me contestó ayer; si el problema es mío y con eso no consigo que la próxima vez Mengano me conteste bien, si hablé de lo que me pasa con Fulano y no con él.
En el caso anterior, me molestó la actitud de otro para conmigo. Debería charlarlo y lograr que se de cuenta (esa persona), acerca de mi inquietud. De esta forma tal vez pueda apreciar un cambio y el problema estaría solucionado.
En otras oportunidades va a pasarnos que las personas no cambien algunas cualidades que a nosotros no nos agraden y es más que justo que ésto ocurra: Resulta que no me gustó como Sultana estaba vestida ayer. Me pareció ver que la remera que tenía puesta no combinaba en nada con los accesorios y los zapatos que usaba. Por más de que lo hable con ella, puede ser que mañana vuelva a pasar vestida de la misma manera si así lo considera. Entonces ¿qué ganamos nosotros con contarle sobre nuestros gustos si ella tiene la libertad de ponerse lo que quiera?. Y para colmo, si de nada nos sirve hablar con quién se viste como no nos agrada, mucho menos nos servirá tocar estos temas con otras personas a modo de insulto sólo porque no compartimos sus gustos. No tenemos derecho, no debemos hacerlo.
Debería terminarse esta mala manía de hablar a espaldas de otro. No necesitamos que nadie intervenga cuando sabemos valernos por nosotros mismos, cuando aprendemos a decirnos las cosas y a no callarnos si algo nos molesta (como así también a no hablar si no nos afecta). Creo que todo sería más fácil de esa manera. A todos nos cuesta, pero hay que redoblar la apuesta.
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