Me gustaría tenerte aunque fuera solo un momento, desearía verte. Necesito de un tiempo graduado en minutos, horas, meses, lo que sea suficiente para decirte lo que tengo pendiente. Hace mucho que siento la necesidad de hablar con vos, desde hace tanto que los medios nos impiden vernos de frente, charlar, comentar sobre lo que fue de tu vida y de la mía. Es esa la necesidad de saber que pensás, en que andás, si recordás algo de lo que fue (que ya no es). Es la medicina que me hace falta para estar completamente bien, es ese remedio que NO QUIERO TENER, pero necesito de él. Porque no creas que me gusta sufrir de la necesidad de que estés cerca, al contrario, preferiría quererte distante, de noticias tuyas no enterarme, no interesarme por como estás y haberte olvidado hace mucho tiempo atrás. Pero no es así, sufro de la enfermedad de quererte tanto, de no poderme amigar con la distancia y dejarle ganar la jugada. De seguir soñando con tu llegada, con tu mirada, con toda la esperanza que está guardada y nunca se acaba. Ésta enfermedad me m
antiene en cama, con fiebre, sin ganas y con un montón de recuerdos que me tienen mareada.

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