Es impresionante. No somos exagerados al decir que vuelan, que vimos una etapa y en un cerrar y abrir de ojos ya estamos en la que sigue.. y en la que viene.. y en la posterior a la última. Es increíble la velosidad en la que se desarrollan determinados instantes, la rapidez en la que un momento deja su magia para dar lugar a otro con una nueva enseñanza. La cantidad de moralejas que nos enseña cada año y los recuerdos inolvidables que nos invaden cada tanto. Esas imágenes que llevamos guardadas de lo que alguna vez fue, de eso que nos dió felicidad, tristeza o nos llevó a un estado de ánimo emosional que quedó marcado dentro de nosotros por alguna razón en especial. Son esas vivencias que recordamos como si ayer hubieran pasado, a pesar de que fue hace tanto. Son esas veces que nos reprochamos la fugacidad de algunos actos, de determinados acontecimientos que figuraron a lo largo de cada año. De cosas que quisiéramos volver a vivir, para lograr de nuevo poder sentir eso que fue estar ahí.
Personalmente, creo que esos momentos que muchas veces desearíamos volverlos a repetir, son los que nos dieron felicidad. Porque no hay razones para regresar a eso que alguna vez nos hizo mal. De esas vivencias podemos rescatar las enseñanzas que nos dejaron al pasar, pero nada más. No volvamos a lo que nos hizo mal, deseemos mejorar pero quieriéndonos de verdad. Eso significa evitar lo que nos perjudica, recordando lo que nos hizo progresar y focalizando en lo que somos en la actualidad.

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